miércoles, 23 de diciembre de 2015

¡¡¡Corten!!!

Perturbado por un grito quemó sus labios con un té. Tardó en ubicar el origen del sonido. Desde un apartado ventanal, ubicado entre varios edificios, avistó a un hombre corriendo detrás de una mujer.
El detective registró en una libreta, vieja y amarillenta, todo lo acontecido en el lugar de los hechos: “Hora 6:30 p.m. Un hombre adulto corre detrás de una joven mujer, con un objeto en la mano, el cual no logro identificar porque el domicilio está muy retirado desde mi posición. Él escapa de la vivienda. Al rato ingresan varios individuos limpiando la escena del crimen”.
Esperó un rato, pero nada más sucedió. Tomó su último trago de té frío. Vio televisión hasta quedarse dormido.
Madrugó y fue directo al balcón. En el sitio del homicidio notó que unas personas parecían mudar el mobiliario. Prendían y apagaban luces de alto vatiaje. Este ajetreo duró hasta caer la tarde. Un letargo envolvió al detective.
Despertó con el aullido ensordecedor de una dama. Todo se repitió igual que el día anterior, como si se tratara de un déjà vu: un hombre corre detrás de una mujer, en la misma locación y a la misma hora. Pero esta vez no quemó sus labios con el té. Decidió dirigirse adonde ocurría el incidente. Llegó rápido. Con todas sus fuerzas derribó la puerta. Antes de decir: «¡Nadie se mueva!», unas luces lo cegaron y una voz protestó:
―¡¡¡Corten!!! ¿Quién carajo dejo entrar a este sujeto al set de filmación?

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